El Lazarillo de Tormes

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En 1554 se publica una de las obras más importantes de la literatura castellana y de la historia de la novela europea: El Lazarillo de Tormes. Con ella se inauguraba un subgénero novelesco que habría de tener un gran éxito.

El éxito del Lazarillo fue inmediato y muy grande. Se tradujo al inglés y al francés pocos años después de su publicación (en 1560 y 1576, respectivamente), en 1555 apareció una segunda parte, con extrañas aventuras, en Amberes; en 1620, otra segunda parte escrita por Juan de Luna; y continuó publicándose en Europa en numerosas ocasiones. Pero no así, en España, donde en el año 1559 fue incluido en el índice de libros prohibidos de la Inquisición, de forma que, si se publicó, tuvo que hacerse de forma clandestina. Hasta el siglo XIX no volvería a aparecer en ediciones españolas, a no ser en versiones mutiladas, desde las que se habían suprimido todas las críticas y pasajes irónicos sobre el mundo eclesiástico. No nos maravillemos de un clérigo ni fraile porque el uno hurta de los pobres y el otro de casa para sus devotas y para ayuda de otro tanto... El clérigo y el fraile hurtan respectivamente de la parroquia y de los bienes de sus conventos, para mantener a sus amancebadas (“para sus devotas”) y a los hijos habidos de esta relación (“para ayuda de otro tanto”), (Tratado I).

Narra autobiográficamente las andanzas de Lázaro desde que es un niño y comienza a servir a un ciego hasta que es hombre, casado y establecido en Toledo. Criado te he y con buen amo te he puesto; válete por ti. Y así me fui para mi amo... (Tratado I) y... en este tiempo estaba en mi prosperidad y en la cumbre de toda buena fortuna. (Tratado VII)

La obra está dividida en siete tratados o partes; en cada uno de ellos, el protagonista cuenta su estancia con un amo diferente, con un ingenio y gracia que no están libres de dureza... aquel dulce y amargo jarro, le dejó caer sobre mi boca, con todo su poder... (Tratado I) o con toda su fuerza me descargó (el clérigo) en la cabeza un tan gran golpe, que sin ningún sentido y descalabrado me dejó, (Tratado II)

Los episodios de la vida del Lázaro proceden en algunos casos de cuentos tradicionales, pero ello no resta originalidad a su autor. El realismo y la visión crítica con que presenta a la sociedad española, dominada por los prejuicios sobre el honor y el hecho de ser o no “cristiano viejo”, supone una crítica de la hipocresía, que se nos cuenta con un enorme cinismo. Y él medrar de Lázaro consiste en acabar siendo pregonero en la ciudad de Toledo, y... es que tengo cargo de pregonar... El oficio de pregonero es muy vil y bajo. (Tratado VII) y estar casado con la amante de un clérigo,... veen a mi mujer irle a hacer la cama y a guisalle... Se ha querido ver en “hacerle la cama” un sentido erótico. (Tratado VII).


Resumen por tratados

El Lazarillo de Tormes presenta un fortísimo carácter anticlerical, un gran espíritu crítico hacia los frailes reformados de la época. Se exacerbaba en lo referente a la falta de caridad y a la bajeza moral del clero

El Lazarillo de Tormes fue escrito probablemente con la intención de parodiar al clero. El Lazarillo de Tormes no es el discurso de un penitente en busca de su salvación. Es un acto de protesta, un texto subversivo que parodia a la literatura caballeresca, romántica e idealista así como a sus modelos. A través de la experiencia personal del pícaro el libro nos muestra aspectos muy significativos de la sociedad española de mediados del siglo XVI: las distintas clases sociales y sus relaciones, los abusos de la Iglesia y la hipocresía del clero, las injusticias cometidas contra los pobres y los marginados, el despotismo de los gobernantes, etc. El realismo de la miserable vida del Lazarillo de Tormes sirve de estrategia para llevar a cabo una dura crítica de la sociedad española de la época y de sus valores.


TRATADO I: Cuenta Lázaro su vida y cuyo hijo fue

En este primer tratado Lázaro cuenta quienes fueron sus padres, de donde es y como él sirve de lázaro a un ciego que intenta enseñarle la dureza de la vida, y esto lo demuestra nada mas empezar, en la aventura de los toros de piedra: Necio aprende que el mozo de un ciego un punto ha de saber más que el diablo.

En este tratado no habla demasiado sobre la iglesia o los clérigos, solamente en una cita que ya he puesto anteriormente. Aunque se ve el claro desprecio a los clérigos en la obra, también se ve que el Lázaro nombra constantemente a Dios para pedirle ayuda o perdón. Oh gran Dios...(Tratado I); Dios me perdone... (Tratado II); Dios te guíe...(Tratado I); después de Dios, éste me dio la vida... (Tratado I); Juraré yo a Dios... (Tratado I); Pluguiera a Dios que lo hubiera hecho... (Tratado I) y muchas más.


TRATADO II: Cómo Lázaro se asentó con un clérigo y de las cosas que con él pasó

En este tratado, Lázaro cuenta cómo se pone al servicio de un clérigo de la ciudad de Maqueda y también como fue su estancia con él.

Lázaro tiene un odio tremendo al clérigo y le llama mentiroso, Más el lacerado mentía falsamente... (Tratado II); mezquino,... de aquel mezquino amo... (tratado II) ; mísero, Vino el mísero de mi amo... (Tratado II); y cruel, el cruel sacerdote... (Tratado II).

El pícaro también habla de la mala suerte que ha tenido con sus dos primeros amos, y de que va de mal en peor, Escapé del trueno y di en el relámpago, porque era el ciego para con este un Alejandre Magno, con ser la mesma avaricia, como he contado. No digo más, sino que toda la lacería del mundo estaba encerrada en éste... (Tratado II), y de que no quiere escaparse de este clérigo por miedo a caer en manos de otro amo peor, Yo he tenido dos amos, el primero traíame muerto de hambre, y, dejándole, topé con estotro, que me tiene ya con ella en la sepultura; pues si deste desisto y doy con otro más bajo, ¿Qué será, sino fenescer? (Tratado II). En esta cita también habla del hambre que le hace pasar el clérigo, que es el principal problema del Lazarillo durante su estancia con este amo, sobre esto hay unas cuantas citas en este tratado:

• Finalmente yo me finaba de hambre. • al que me mataba de hambre... • acabábamos de comer aunque yo nunca empezaba... • Cinco blancas de carne era su ordinario para comer y cenar. Verdad es que partía conmigo algo del caldo, que de la carne ¡tan blanco el ojo!, sino un poco de pan, y pluguiera a Dios que me demediara.

Cuenta cosas también de la roñosería del clérigo en todo lo que tiene que ver con comida, y como cuando iba a los mortuorios, sí que comía bien. • Cuando al ofertorio estabamos, ninguna blanca en la concha caía que no era dél registrada: el un ojo tenía en la gente y el otro en mis manos. • “...los sacerdotes han de ser muy templados en su comer y beber, y por esto yo no me desmando como otros.” Mas el lacerado mentía falsamente porque en cofradías y mortuorios que rezamos, a costa ajena comía más que un lobo y bebía más que un saludador. • Solamente había una horca de cebollas, las cuales él tenía tan bien por cuenta, y tras la llave, en una cámara en lo alto de la casa. Destas tenía yo ración una para cuatro días.

En esta tratado también menciona a Dios y no para criticarle: • ...a mi puerta un calderero, el cual yo creo que fue ángel enviado a mí por la mano de Dios... • ...y aún rogaba a Dios que cada día matase al suyo... • ...viendo el señor mi rabiosa y continua muerte, pienso que holgaba de matarlos por darme a mí la vida. • ...dios me lo perdone... • ¡Nuevas malas te de Dios! • ...y quiso Dios que aún en esto me fue bien, que me cupo más pan que la lacería que me solía dar.


TRATADO III: Cómo Lázaro se asentó con un escudero, y de lo que le acaesció con él.

El pobre Lázaro, con su mala suerte, llegó a manos de un escudero, que no era avaro como los otros dos, sino que no tenía ni para comer; a la memoria me vino la consideración que hacía cuando me pensaba ir del clérigo, diciendo que, aunque aquél era desventurado y mísero, por ventura toparía con otro peor. (Tratado III) También con éste amo Lázaro pasa un hambre mordaz y recuerda a sus amos anteriores, el ciego y el clérigo: • ¡Maldita tanta medicina y bondad como aquestos de mis amos que yo hallo hallan en el hambre! (Tratado III). • ... escapando de los amos ruines que había tenido y buscando mejoría... (Tratado III) • ...y nadie de la que no tiene; mas el avariento ciego y el malaventurado mezquino clérigo, que, con dárselo Dios a ambos, al uno de mano besada y al otro de lengua suelta, me mataban de hambre, aquellos es justo desamar y aqueste de haber manecilla. (Tratado III).

También el escudero, amo del Lazarillo en el tercer tratado, a pesar de ser muy devoto, critica, aunque sólo en una única ocasión a la gente de la iglesia: ... señores de la iglesia muchos hallo, mas es gente tan limitada, que no los sacarán de su paso todo el mundo. (Tratado III). Cuando dice gente tan limitada se refiere a ser corto a poco liberal.


TRATADO IV: Cómo Lázaro se asentó con un fraile de la Merced, y de lo que le acaesció con él.

En este tratado, que es muy breve, Lázaro sirve a un fraile de la Merced, gracias a las vecinas que a él le dirigieron. ... que las mujercillas que yo digo me encaminaron, al cual ellas llamaban pariente. (Tratado IV). Los términos de parentesco siempre se han utilizado para encubrir relaciones vergonzosas.

De éste amo dice que era enemigo de cumplir con la obligación de participar en los rezos y las actividades del convento. Gran enemigo del coro (Tratado IV) También, que no solía estar mucho por el convento, ...y gran enemigo de comer en el convento... (Tratado IV); ... pienso que él rompía más zapatos que todo el convento. (Tratado IV). Además del sentido recto de romper los zapatos, a causa de las grandes andanzas del clérigo, también tiene un sentido peyorativo que es irse por malos caminos. Éste me dio los primeros zapatos que rompí en mi vida; mas no me duraron más de ocho días, ni yo pude con su trote mas durar.(Tratado IV). Lázaro también rompió los zapatos por acompañar al fraile a sus negocios, pero también se ha querido ver en la anterior cita el sentido de iniciar a Lázaro en la vida sexual.

Este tratado fue expurgado, sin duda, en la edición de 1573. Es capítulo abreviado, quizás por censura, como se deduce en las últimas líneas: Y por esto y por otras cosillas que no digo salí dél. (Tratado IV).


TRATADO V: Cómo Lázaro se asentó con un buldero y de las cosas que con él pasó

Lázaro se asienta con un buldero y cuenta cómo este “compraba” a los clérigos para que le favoreciesen sus bulas; ... primero presentaba a los clérigos o curas algunas cosillas, no tampoco de mucho valor o substancia: una lechuga murciana, si era por el tiempo, un par de limas o naranjas, un melocotón, un par de duraznos, cada sendas peras verdiniales. Ansí procuraba tenerlos propicios, porque favoreciesen su negocio y llamasen a sus feligreses para tomar la bula. (Tratado V); o, que los dicho clérigos eran más con dineros que con letras y con reverendas se ordenan... (Tratado V). Reverendos se usa con el valor jocoso de ‘ordenados con reverendas compradas’.

En este tratado se ve perfectamente la falsedad de las bulas y cómo el buldero mentía por sacar provecho de los feligreses, que mediante una farsa, asociado con el alguacil, consiguió vender multitud de bulas. El amo de Lázaro no tiene ningún reparo en mentir o mencionar a Dios con tal de sacar provecho. Esto se ve claramente en esta cita, la cual es recitada por el buldero en la iglesia como parte de su farsa:

- Buenos hombres, vosotros nunca habíades de rogar por un hombre en quien Dios tan señaladamente se ha señalado; mas pues Él nos manda que no volvamos mal por mal y perdonemos las injurias, con confianza podremos que cumpla lo que nos manda; y Su Majestad perdone a éste que le ofendió poniendo en su sancta fe obstáculo. Vamos todos a suplicarle. (Tratado V)

Cuando Lázaro al final de esta artimaña descubre que todo esto era falso y mentira se dice para sí: ¡Cuantas de estas deben hacer los buldadores entre las inocentes gentes!


TRATADO VI: Cómo Lázaro se asentó con un capellán y de lo que con él pasó.

Antes de asentarse con el capellán el Lazarillo tuvo por amo a un maestro de pintar panderos, con el cual estuvo poco tiempo y además lo pasó mal. ...y también sufrí mil males... (Tratado VI)

Cuando dejó al maestro de pintar panderos se asentó con un capellán, del cual no habla mal, sino al contrario, Éste fue el primer escalón que subí para venir a alcanzar la buena vida, porque mi boca era medida. (Tratado VI).

En este tratado se ve una clara mejoría de la situación de Lázaro gracias al trabajo que el capellán le encomendó. Fueme tan bien el negocio que al cabo de cuatro años... (Tratado VI)

Se despidió del capellán una vez que él consideraba que ya había acumulado lo necesario. Desque me vi en hábito de hombre de bien, dije a mi amo que se tomase su asno que no quería más seguir en aquel oficio. (Tratado VI).


TRATADO VII: Cómo Lázaro se asentó con un alguacil y de lo que con él acaesció.

Con el alguacil como amo vivió muy poco porque según el Lázaro era un trabajo muy peligroso. Muy poco viví con él por parecerme un oficio muy peligroso... (Tratado VII).

En este tratado por fin Lázaro consigue su independencia y un trabajo a su gusto, con esto quedan saldados todos sus males anteriores. Todos mis trabajos y fatigas hasta entonces pasados fueron pagadas con alcanzar lo que procuré, un oficio real. (Tratado VII)

Lázaro se casa con la criada de un arcipreste, del cual ésta era su amante. Amigo de Vuestra Merced, porque le pregonaba sus vinos, procuró casarme con una criada suya. (Tratado VII). Muchas veces, habiendo tenido algunos clérigos algunas mujeres por mancebas públicas, después, por encubrir el delito, las casan con sus criados y con otras personas tales, que se contentan estar en casa de los mismos clérigos que antes las tenían de la manera que antes estaban. La conducta de Lázaro también era penada porque: A los maridos que por precio consintieren que sus mujeres sean malas de cuerpo... (Tratado VII).

Aunque el Lazarillo estaba agradecido, tengo en mi señor arcipreste todo favor y ayuda, (Tratado VII); su mujer era la amante de este,... de que veen a mi mujer irle hacer la cama y guisalle de comer... (Tratado VII). El Lázaro tuvo una conversación con el arcipreste y su mujer, no me maravillaría alguno, viendo entrar en mi casa a tu mujer y salir della. Ella entra muy a tu honra y a la suya. Y eso te lo prometo. (Tratado VII). El Arcipreste solamente promete, mientras que el Lazarillo jura, juraré sobre la hostia consagrada...; y su mujer hacha juramentos, echó juramentos sobre sí...; se nota la distinción de hombre escrupuloso. A pesar de todo esto Lazarillo no está arrepentido de haberse casado, me casé con ella, y todavía no estoy arrepentido... (Tratado VII).

Lázaro termina la obra diciendo: Pues en este tiempo estaba en mi prosperidad y en la cumbre de toda buena fortuna. (Tratado VII).